¿Qué les ofendió más?

Publicado el 22/11/2018 por en Cultura, Noticias

Por: Telmo Poj

El 09 de noviembre el gobierno del estado de Oaxaca a través de la Comisión Nacional de Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) realizó la 11 edición del concierto monumental de bandas de viento en el auditorio Guelaguetza, para deleite de los asistentes fue un concierto con más de mil músicos provenientes de los diferentes pueblos originarios de las ocho regiones de Oaxaca. El concierto fue todo un éxito, el auditorio lleno y los representantes institucionales vanagloriándose de este evento, pero ¿cuál fue el trato hacia los maestros, directores, jóvenes y niños músicos?

Sin la denuncia oportuna del Maestro Natanael Lorenzo no sabríamos que a los niños y jóvenes les dieron de comer medias tortas y salsa de huevo en platos desechables, pero ¿porqué nos indignamos? se preguntarán algunos. Sabemos que el gobierno siempre nos ha tratado así, que no es la primera vez que lo hacen, pero ante la denuncia y exhibición de algunos músicos entre ellos Natanael Lorenzo y José Luis Hernández se supo que había un presupuesto de 3.5 millones de pesos para el evento, pero parece que les ofendió tanto la denuncia que hace unos días Natanael Lorenzo externó haber recibido amenazas por exhibirlos, denunciarlos y exigir una disculpa pública ¿qué les ofendió más a nuestros funcionarios? ¿la exigencia de transparentar el recurso asignado? ¿la exigencia de una disculpa pública?

Coincido con Natanael al plantear que como comunidades, autoridades y directores debemos demandar respeto de los funcionarios públicos, saber decir no, reclamar mejores condiciones. Los músicos no son de segunda, llevan varios años de formación, hacen muchos sacrificios para alternar entre su escuela formal y la escuela música, muchos padres hacen grandes esfuerzos para mandar a sus hijos a la escuela. Las autoridades cada año invierten tiempo y recursos para generar espacios donde los niños, jóvenes, directores pueden formarse, que somos pueblos de largas trayectorias musicales, que merecemos respeto, que ellos merecen respeto y más de funcionarios que les pagan por hacer su trabajo, y no, no nos cansaremos de exigirlo.

Nos ofende mucho que hayan servido salsa de huevo porque cuando nos visitan ellos, las autoridades se esmeran en ofrecerles lo mejor que cosechamos de nuestros campos, pero no nos ofendemos solamente por la comida, nos ofende la indiferencia, la foklorización, la discriminación, la negación. Nos ofende que los funcionarios utilicen la manifestación musical de los pueblos para justificar presupuestos que no se ejercen, nos ofende que después de siglos de lucha siga habiendo estos tratos, que ellos no respeten nuestros derechos, pero más aún que no respeten el de los niños y jóvenes que salen de sus comunidades a mostrar lo que con años, esfuerzo y sacrificios han logrado.

Ser músico en nuestras comunidades es una cuestión de prestigio, es un orgullo tener un músico en la familia, porque también significa representar al pueblo en otras comunidades.  La música es el alma de nuestra vida cotidiana, son los sonidos que nos despiertan en las mañanas, los músicos son quienes componen y arreglan los hermosos sones y jarabes que bailamos en las calendas, portando nuestros trajes y nuestros gabanes para el frío. La música también nos ayuda a soportar la tristeza, las pérdidas, la música nos da identidad, es parte de nuestra vida comunitaria, por estas razones las y los músicos siempre han merecido nuestro respeto y admiración, eso deben recibir y no medias tortas con salsa de huevo.

 

 

 


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